Si hubiera alguien dentro del alcance de mi voz que haya albergado resentimientos, que haya dejado que el odio se desarrolle en sus corazones hacia el otro, le pido que haga el esfuerzo de cambiar de dirección. El odio siempre debilita y el rencor siempre destruye, pero “la caridad nunca deja de ser”. (1 Cor 13:8) (“La caridad nunca deja de ser”, Ensign – revista en Inglés, 1981, p. 98).